El Madrid decimonónico no había conocido un proceso dinámico de industrialización, similar al experimentado por Londres o París, lo que produjo una disimetría entre su papel capitalino y las actividades propias de toda ciudad populosa. Así, mientras Madrid se comportaba como capital del Estado modernizando sus sistemas financieros, sus estructuras de servicios e integrando el mercado nacional, la ciudad, desde dentro, mostraba unos rasgos y unas estructuras socioeconómicas atrasadas. La dualidad económica entre la capital y la ciudad empezó a acoplarse durante los primeros decenios del siglo XX, con la conversión de Madrid en la"capital del capital" y con una clase política decidida a reflejar en el espacio urbano la eclosión de nuevas actividades económicas, el emergente poder municipal de la capital y la cristalización de una nueva sociedad mercantil.
El desastre colonial de 1898 trajo consigo una creciente nacionalización de la economía, protagonizada especialmente por la repatriación de capitales americanos y filipinos. Esta nueva dimensión económica incidió en el incremento de la actividad financiera de la ciudad, y con ésta el de otros sectores como la construcción y la industria, y sobre todo el sector servicios. La población también va a crecer de forma considerable, pasando de los 539.835 habitantes que tenía la ciudad en 1900 a 59.807 en 1910.
En esta dinámica demográfica influyeron, junto a la inmigración, el descenso de las tasas de mortalidad y mortalidad infantil, con lo que por primera vez se registró en la ciudad un crecimiento vegetativo de saldo positivo continuo, aun cuando se produjo un ligero descenso de la natalidad.
Desde un punto de vista urbano, van a proseguir los proyecto de reforma del interior, se continuara con el proceso de construcción del ensanche y de los núcleos urbanos de la periferia, y aparecerán como nueva experiencia urbana las colonias unifamiliares.
Lo más destacado del periodo (1910) fue la apertura de la Gran Vía, como zona de ocio, escaparate de nuevas y pujantes actividades comerciales y como puerta de entrada al cosmopolitismo de entreguerras.
La modernidad que va tomando la ciudad también se debe a la aparición de nuevas infraestructuras y a la mejora de las existenetes.
La creciente ocupación del espacio y la construcción de nuevas instalaciones van a inducir a la ciudad a hacerse con algunos terrenos de los términos municipales colindantes, por lo que pasaron a pertenecer al término municipal de Madrid las parcelas donde se asentaban la Necrópolis del Este y el Colegio y Asilo de la Paloma.
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